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Lo que nadie escucha
La primera vez que lo escuché estaba en la cama.
—Estoy cansado
—¿Puedes oírme?
Nada. Los días pasaban me parecía escuchar algo a través de las paredes. Como si se moviera algo.
Me sentía muy cansada con el paso de los días. Hasta que un día en mi cuaderno de notas vi algo y se me cayó el plato al suelo, causando un estruendo.
—No eres tú la que está rota, son ellos.
Cuando se lo dije a mi médico me recetó unas pastillas que adormecían mi mente. Me sentía cada vez más pesarosa. Me costaba levantarme por las mañanas, no lograba recordar dónde dejaba las cosas, otras no sabía que acababa de decirle a alguien en el trabajo.
Mi trabajo de veinte horas interrumpido por los ruidos que intentaba fingir no oía. Acaban cansando mi cuerpo. Engullía las pastillas como buena paciente, pero nada me hacían.
Al acabar la jornada, fui a buscar mi cuaderno en mi escritorio y vi algo:
“Te van hacer callar”
Cuando se lo enseñé a mi mejor amiga, me miró; pude ver el pavor en sus ojos. Me aconsejó que descansara. Deseando que sólo fuera cansancio, me fui a dormir tras una jornada agotadora. Un poco de descanso me iría bien, pero a la mañana siguiente me veía incapaz de salir de casa. Comencé a aislarme del mundo. Sobrevivía a base de pasta y ganchitos. Engordé una barbaridad. Hasta que un día me desvanecí.
Cuando desperté una respiración al lado de mí se hacía notar.
Más allá de la Etiqueta
Elara es una mujer que oculta algo. Algo que puede hacer tambalear el mundo en el que vive. Y destrozar toda estrecha relación con la gente que le rodea; sobre todo en redes sociales como creadora de contenido.
Elara, trabaja 24h diarias a su proyecto de hacer crecer su blog, con entrevistas, reseñas y consejos. Es tan perfeccionista que muchas veces se queda hasta tarde olvidando su salud mental. Finalmente, el resultado es el que esperaba, pero… ¿Qué ocurriría si esas personas que la siguen supieran de su secreto?
Elara, valora lo presencial y se ha animado a ir a un coloquio sola. En este hablan de cosas tan interesantes que, se queda boquiabierta y apunta frenéticamente en su libreta para dejar constancia de que lo que ha vivido ese día no es cosa de un simple día, un simple encuentro. Pero cuando llegar al descanso y llega la hora de socializar, ella no puede soportarlo y se marcha.
“Tendría que haberme quedado”, se dice, “Pero y si me hubieran preguntado algo que tuviera que ver con mi secreto” su diálogo interno es acusador y nada compasivo. Hasta que una noche recibe un email que la obliga a debatirse entre si asistir o no. La habían invitado a un coloquio en el que hablar de salud mental. Pero no podía. El miedo a que la juzgaran o la señalaran era más fuerte. Entonces pensó en hablar con una amiga que hizo por redes sociales. Quedaron para tomar un café por Barcelona y esta le fue sincera:
—Deberías apreciar que tu trabajo es tu esencia, no tu condición.
—¿Pero y si me rechazan?
—Tu sabrás, no voy a darte la solución a todos tus problemas
Quedo reflexiva y al mismo tiempo, no podía creer lo que escuchaba, pero el miedo fue más fuerte. Tuvo que decir que no al evento, lo que provocó en ella, un letargo de días en los que su autoestima, había quedado reducida a cero. Se odiaba por no haber sabido aprovechar la oportunidad. Odiaba pedir la aprobación de aquella amiga suya.
En los próximos días trabajó más duro si cabe. Pero por dentro sabía que, no estaba siendo ella misma. En los vídeos que realizaba, se la notaba forzada, aunque muy bien interpretado. Había dedicado gran parte de su vida a ocultar cualquier, lo que ella llamaba imperfección. Pero no se daba cuenta que aquello acabaría por dañarla más.
Aquella semana, no daba pie con bola. Todo le salía mal. No conseguía dormir bien y para más inri había rehusado salir en redes sociales por lo que habían bajado sus visitas, por consiguiente, su estado de ánimo. Pensó que debía ir a dar una vuelta.
Fue a una pastelería a observar los bizcochos y pasteles que había. Y se encontró con un señor, que le observó durante unos instantes y le espetó:
—¿Son hermosos por fuera verdad? Pues por dentro son más bonitos. —Elara asintió— mira este que parece tener un aspecto menos apetitoso, pero la gente no los compra apenas, sin embargo, pruébalo — Elara lo probó y el sabor de aquel bizcocho era dulce por fuera y esponjoso por dentro conservaba todo el sabor y estaba muy bueno, era una exquisitez. No entendía como la gente no lo compraba sólo porque no fuera bonito por fuera. Entonces se dio cuenta que, se asemejaba a lo que le ocurría.
Mas tarde se cayó en la cuenta de que tenía miedo a que no la vieran perfecta como su contenido en el blog y en redes sociales. Lo que temía era el rechazo incomprendido de los usuarios y de su entorno.
Decidió que sería bueno ir al psicólogo para que le diera directrices para deshacerse de ese miedo tan profundo. Pero lo pensó mejor y fue a una fiesta que daban aquella tarde.
Todo comenzó con una cena, donde todos ya se conocían excepto a Elara. Todas las miradas estaban puestas en ella. Se mostró correcta y amable. Entre tanto, llegó tarde un chico con americana y piercings. Con un el cabello rapado y camiseta de AC/DC, pantalones ajustados y botas militares. Le daban un aire a nazi, pero ella que se había quedado pasmada, enseguida cambió su semblante, al ver lo risueño, y lo implicado que estaba con las injusticias del mundo, su participación en asociaciones y todo lo que había logrado. Se sintió pequeñita, se comparaba con él. Y comparar logros no es nada agradable. En cambio, la velada se traslado a la discoteca, todos bailaban con ganas incluso Elara. En un momento en el que sonó “rehab” el público enloqueció y Elara, deicidio alejarse e ir a la barra a pedir algo para beber. Se acercó el chico de la americana, William, se llamaba. Le hizo un ademán para decirle algo al oído.
En cinco minutos intercambiaron bromas, pasando a a la calle a fumar un cigarrillo. Fue ahí donde William le confesó que tenía esquizofrenia. Elara se quedó petrificada, y Elara, supo que podía corresponderle, le explico su secreto.
—Yo tengo bipolaridad
—Es una putada esconder lo que en realidad eres, ¿verdad? — apostilló William dejándola sin palabras—si te sirve de algo, yo era como tú al principio, pero después me di cuenta que estaba malgastando esfuerzo y sudor en aparentar quien no era, además, se me sentía anímicamente desgastado; hasta que dije, basta, y ahora me presento como la persona que soy, con todas cosas valiosas, lo que hago y lo que dejo pasar, pero contando mi condición. ¿Y sabes por qué? —Elara agachó la cabeza… y este le agarró el mentón haciendo subir su cabeza —porque no soy mi enfermedad. Todo en mí no es mi enfermedad hay más cosas bonitas en mí. Y estoy seguro de que en ti también lo hay bajo esa fachada de niña perfeccionista.
Esa noche, William la acompañó a su casa y ambos se sintieron dichosos por haberse encontrado. Quedo en eso, una gran amistad que comenzaba.
Al abrir la puerta de casa un correo le llegó. Una marcar muy popular quería que contara a través de sus historias, algo que vendiera sus servicios psicología. Y lo tuvo claro: hablaría de su condición.
Se preparó concienzudamente, pero luego decidió hablar con el corazón. Y las respuestas, aunque no fueron momentáneas, fueron positivas:
“Te entendemos a la perfección” “Eres una luchadora” “Eres muy fuerte por contar lo que te ocurre” “Si lo puedes contar es que lo has superado…”
Se dio cuenta de que, sus miedos eran infundados. Y que lo que necesitaba era tener una vida en consonancia con quien era ella. Desde ese momento, todo fue más liviano.
FIN.


Compasión


COMPASIÓN
Elvira había programado todo el mes entero para no tener que correr durante el trajín que supone ir de acá para allá con todo. ¿Qué consecuencias tenía aquello?
7:00am publicar cartel + enunciado
12:00pm publicar el articulo en el blog con toda la información ampliada
14:00pm preparar almuerzo saludable
15:00pm ir al gym
16:30pm practicar yoga
17:00pm leer y anotar revisiones y puntos de vista
17:30—17:30 reunión con asociación
18:00pm revisar agenda
19:00pm practicar gratitud
20:00pm preparar la cena y la del día siguiente
21:00 corregir artículos para la semana siguiente
22:00pm preparar la hora de dormir con música relajante
Con un horario tan ajustado, en los que todos los días y con algún que otro cambio entre medias, su vida se había vuelto monótona; en cambio le gustaba escaparse los findes para tomar algo con Angela. Hablaban y se reían, pero nunca hablaban de nada íntimo. Luego los domingos hablaba con su amigo Axel, para abrirse en canal pero esa vez su amigo le sorprendió con una nueva etiqueta desde que se había echado novia.
—Mira Elvira, no le importamos a nadie, pero algún día conocerás a alguien que valorará todo lo que haces. No te lo tomes a mal, pero todos sufrimos. No eres la única. Yo estoy a vueltas con Tonya que tiene el mismo trabajo que tú y no logro que saque tiempo para echar unas risas o echar unas cartas, ir al cine o simplemente ver una serie entre semana. Todo se reduce al fin de semana, y si tengo que elegir, me quedo con mi novia.
Elvira, que escuchaba como decía aquellas palabras sin movérsele el flequillo ni habitaba en sus palabras un poco de compasión, comenzó a distanciarse cada vez más de sus amigos.
Sólo hablaba con un compañero con el que compartía mismo trabajo. Pero no se atrevía a sacar el tema de cómo les trataba la sociedad cada vez que alguna publicación, encargo, visita y evento se sucedía y salía mal o como ella no esperaba. Pensaba que el la vería como una quejumbrosa. Desde que comenzó aquella travesía, había comenzado a no hablar de lo que sentía con nadie y a refugiarse cada vez más en el trabajo. El trabajo se volvió más aburrido, porque ya no aportaba esa chispa que tenía ella y su equipo, y comenzó a rumiar mucho, tanto era así que, se decía cosas como, “Tendrías que haberlo hecho mejor” “tonta, eso es lo que eres” “No vales para nada, una mierda es lo que eres”.
Decidió que aquella semana triplicaría más el trabajo, pero hasta un necio sabía que más trabajo no era sinónimo de éxito. Sino de más sobrecarga.
Rumiaba tanto, era tan minuciosa, que se volvió perfeccionista. Ya no toleraba los plazos atrasados, las opiniones que no fueran para hacer equipo ni los ofrecimientos a superarse. Quería ganar a toda costa y sólo podía hacerlo desde la soledad que se había ganado dentro de lo personal y lo profesional; pues ya nadie quería charlar con ella, tampoco querían socializar en los días libres. Pero Elvira comenzó a sufrir jaquecas que la imposibilitaban realizar su tarea. Intentaba obligarse, pero le entraba terror, en una de esas intentando corregir un artículo, se vio obligada a cerrar el ordenador porque, el corazón se le aceleraba, comenzaba a sudar y el miedo se apoderaba de ella. Era como si su cuerpo hablara. Le quería decir algo, pero no sabía el qué.
Decidió ir al médico y este le derivó a un especialista: Un psicólogo.
—Mire es que cuando me siento a trabajar, me entra terror, sudores y hasta nauseas. No puedo realizar la tarea. He tenido que postergar varias reuniones porque no era capaz de concentrarme ni de realizar ninguna actividad. —dijo apesumbrada Elvira
—¿Y que cree que le está diciendo su cuerpo?
—No lo sé…
—Pues necesita no hacer nada.
—¿Así de simple? — resopló
—Su cuerpo está expuesto a mucha presión, si sigue así puede llegar a sufrir depresión, lo que le ocurre no es más que bloqueo mental. Necesita darle un reinicio. Y … me gustaría saber, de qué van acompañados eso terrores, ¿suele acordarse?
—Bueno… no soy del todo amable conmigo misma, siempre me exijo mucho y más ahora que… —se le hizo un nudo en la garganta. —… que me he quedado sin amistades.
—¿Tiene a alguien con quien hablar de sus problemas?
—Me temo que, de ser así, no estaría aquí —sentenció Elvira
—Trate de darse tregua. Estoy segura de que, en su trabajo hace el 100% bien, y más. Pero uno no puede rendir todo lo que quisiera si no se da descansos y sobre todo se habla bien a una misma. Pruebe a decirse cosas como… “Estoy haciendo todo lo que puedo.” “Estoy en un lugar seguro” “Todo está bien” pero por el momento, la invito a hacer cosas que no tengan nada que ver con el trabajo. Lea, salga a caminar, al cine o a comer sola. ¿Ha pensado en realizar algún viaje por placer? Seguro que encuentra algo en lo que, poder distraer y relajar la mente…
Aquellas paredes de la consulta oyeron miles de conversaciones, pero la de Elvira, era otra más que sumaban al carro de la ansiedad.
FIN.


