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Relato: El peso de las palabras
Aneid sueña con un África libre; hasta que su vida se pone en juego.
RELATOS
El Rincón de Keren | relatos
12/22/20252 min read


Contenido de mi publicación
Relato migrante:
Aneid, vivía en un lugar donde el silencio se había instalado. No por el rechazo, sino porque las palabras hacen ruido y el ruido atrae miradas. En ese silencio, se sentía acompañada, por su fiel libreta de poemas, donde escribía sin cesar un artículo, sobre los acontecimientos de la comunidad, sobre la dictadura.
Su madre y su abuela, no dijeron nada, porque ya sabe lo de las palabras. Sólo con la sabiduría y con la mirada fija en un saco, “España. Allí hablan tu mismo idioma. No tendrás represalias. Allí, podrás seguir con tú misión”.
El viaje se instaló miradas crudas, llenas de solemnidad, con el contraste de los que se iban de vacaciones mientras ella, huía, de la vida, de un lugar que no la dejaba ser.
Vivir en Madrid, tenía la particularidad de que trabajaba muchas horas en una tienda y apenas tenía tiempo si quiera para una llamada. Había olvidado lo que era escribir por el pánico producido. Pero estaba en otro lugar, lejos, ¿Qué podía ocurrirle? Sin embargo, no era tan fácil.
La imposibilidad de no poder expresarse, la llenaba de impotencia al mismo tiempo de tristeza. Pero, los días pasaban y donde estaba había encontrado algo raro, era parecido un hogar, pero, sin serlo. Había encontrado y echado raíces pese a los obstáculos en un lugar donde comenzar de nuevo. Hasta que en una pequeña asociación encontró el aliento que tanto necesitaba.
Los meses y los años pasaban hasta que volvió a escribir. Habían pasado cinco años, ya no había dictadura y con la mano plagada de tinta que emborronaba las esquinas de aquellas libretas oyó la voz de su abuela en paz descanse “pensé que las palabras no volverían a escucharse” ella contestó.
El recuerdo de su abuela, luchadora, siempre teniendo las palabras correctas; la imagen de su madre, quien admiraba más que nunca, eran símbolo de lo que ella misma llamaba: resistencia.
REFLEXIONES:
Quizás, no sea que nos podamos ir, sino poder acceder a una vida digna, con todos los derechos que ellos implica: vida digna, libertad de expresión, salario digno, respeto mutuo, valor humano, menos discriminación, realización de los sueños, tener medios, acceder a unas políticas que nos benefician a todos, sanidad para todos, y en consecuencia: mejor ambiente social, mejor salud mental, mejor calidad de vida, hombres y mujeres con salida profesional, salarios equitativos, mejor vida, sensación de realización, menos enfermedades crónicas, mayor tasa de vida, un entorno digno de celebrarse. Un lugar del que no querrán irse.
