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En conmemoración a Mandela
De cero a héroe
ANTIRRACISMO
Jhon Becerra
6/13/20256 min read


Sobre el 18 de julio día Internacional de Mandela foto de Foto de Magda Ehlers
Conmemoración a Nelson Mandela: entre el mito, la historia y la continuidad de la opresión.
10 de mayo de 1994: Nelson Mandela es proclamado presidente de Sudáfrica por sufragio universal.
Por: Jonh Jak Becerra
Hablar del 10 de mayo de 1994 es evocar un momento que, según la narrativa hegemónica, marcó un antes y un después en la historia del sur del continente africano: el día en que Nelson Mandela fue proclamado presidente de Sudáfrica tras unas elecciones libres y democráticas. Ese día fue presentado como el "fin" oficial del apartheid, el sistema de segregación racial que despojó, explotó y deshumanizó durante décadas a millones de personas negras. El ascenso de Mandela al poder fue visto como la victoria moral de la justicia sobre la injusticia, de la resistencia sobre la violencia sistémica. Fue, sin duda, un momento de profunda emoción, pero también de preguntas que hoy, más de tres décadas después, siguen siendo urgentes.
Mandela fue mucho más que un símbolo. Fue parte de un movimiento vasto, colectivo, radical y profundamente antirracista, construido desde las bases populares, desde el dolor cotidiano y la rebelión organizada. Su historia no comienza en la cárcel ni termina en la presidencia. Comienza en los campos de Sudáfrica, en los guetos negros, en las calles donde se alzaban voces contra la barbarie institucionalizada del Estado blanco.
De la resistencia pacífica a la lucha armada
En los años 40, Mandela se trasladó a Johannesburgo y se sumó activamente a la lucha política contra el régimen supremacista blanco. En 1944, fundó junto a otros la Liga Juvenil del Congreso Nacional Africano (ANC), apostando en un inicio por la resistencia no violenta. Pero la brutalidad del sistema obligó a una transformación. Tras la masacre de Sharpeville en 1960, en la que la policía disparó contra manifestantes negros desarmados, Mandela comprendió que el Estado solo entendía el lenguaje de la fuerza.
En 1961 cofundó Umkhonto we Sizwe ("La Lanza de la Nación"), brazo armado del ANC, para ejecutar acciones de sabotaje contra estructuras del poder blanco. En 1964 fue arrestado, acusado de sabotaje y condenado a cadena perpetua. En su emblemático discurso durante el juicio de Rivonia, afirmó: "He luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la dominación negra. He deseado la ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades".
Mandela pasó 27 años en prisión, la mayor parte de ellos en la isla de Robben. Pero la lucha no se detuvo con su encarcelamiento.
La otra cara de la resistencia: Winnie Mandela
Winnie Madikizela-Mandela fue una piedra angular en la continuidad del movimiento anti-apartheid. Mientras Mandela era silenciado tras los muros de la cárcel, ella se convirtió en la voz, el rostro y el cuerpo de la resistencia. Fue implacablemente perseguida, torturada, encarcelada y estigmatizada. Pero nunca calló. Mantuvo viva la memoria de su esposo y la llama del ANC, se convirtió en un símbolo de la rebeldía negra.
A diferencia de la narrativa reconciliadora que terminó envolviendo a Mandela, Winnie habló sin tapujos de la necesidad de justicia radical, de transformaciones estructurales, de devolver las tierras usurpadas. Su figura fue, y sigue siendo, incómoda para muchos sectores que celebran a Mandela pero temen las consecuencias de la radicalidad de Winnie.
Steve Biko y la revolución de la conciencia
Otra figura clave fue Steve Biko, fundador del Movimiento de Conciencia Negra (BCM), quien entendió que la opresión no era sólo física o económica, sino también psicológica. Biko enseñó que los pueblos negros debían descolonizar sus mentes, rechazar la validación blanca, reapropiarse de su dignidad.
"El arma más poderosa en manos del opresor es la mente del oprimido", dijo. Su pensamiento influyó en toda una generación de jóvenes rebeldes que no pedían permiso para liberarse. Biko fue asesinado en 1977 bajo custodia policial. Su cuerpo, brutalmente golpeado, fue hallado como testimonio de la violencia estructural del Estado racista. Su legado vive en cada grieta de la conciencia negra que se niega a olvidar.
La independencia inacabada
Es cierto que Mandela significó esperanza. Su figura reconcilia, calma, suaviza las heridas visibles. Pero también es cierto que la Sudáfrica de hoy, como han denunciado analistas como Sani Ladan, sigue siendo una nación atravesada por un apartheid renovado: simbólico, económico, territorial. La mayoría de la tierra sigue en manos blancas, la riqueza se concentra, los guetos persisten, y el racismo estructural, aunque maquillado, no ha sido desmontado.
La lucha de Mandela no era una postal de reconciliación superficial. Era un proyecto de justicia histórica, de redistribución real del poder, de transformación radical de un sistema jerárquico, racializado y colonial. Mandela mismo fue consciente de los límites de la transición. Pero el mundo celebró el "fin del apartheid" sin preguntarse qué tipo de libertad había realmente emergido.
Líderes actuales como Julius Malema, al frente de los Luchadores por la Libertad Económica (EFF), han retomado ese espíritu de confrontación directa, exigiendo una redistribución efectiva de la tierra y los recursos, recordándonos que la lucha por la emancipación negra está lejos de concluir.
Ideas centrales que impulsaron su lucha
Igualdad racial: No sólo la posibilidad de convivir, sino la erradicación de la jerarquía racial en todos los aspectos de la vida.
Democracia real: No sólo votar, sino participar en la construcción de una nación equitativa.
Justicia social: La justicia no puede existir donde la desigualdad económica sigue el mismo mapa del apartheid.
Reconciliación con verdad: No hay perdón sin reparación, no hay unidad sin memoria y sin transformación.
Reflexión final: lo que Mandela simboliza, lo que Mandela no pudo cambiar
La historia no debe embalsamarse. Debe ser confrontada. Nelson Mandela es una figura fundamental para entender los procesos de liberación del sur global. Pero también es necesario hablar del sistema que sobrevivió a su presidencia, de las estructuras de poder que se adaptaron, de los capitales blancos que no se tocaron.
Como diría Walter Rodney en Cómo Europa subdesarrolló África, "lo que llamamos desarrollo en unos países fue precisamente lo que produjo el subdesarrollo en otros". El racismo no terminó con Mandela en el poder. El racismo se transformó, se camufló, pero sigue operando, dominando, decidiendo.
Hoy, recordar a Mandela no es repetir citas vacías ni ritualizar fechas. Es mirar a Sudáfrica, a América Latina, al mundo afro y preguntar: ¿hemos conquistado de verdad la libertad, o solo hemos cambiado la forma de nuestras cadenas?
Mandela nos recordó que la libertad es un ideal por el cual vale la pena morir. Pero también es un ideal por el cual debemos vivir, cuestionar, y si es necesario, volver a luchar.




Recomendación de lectura
BIOGRAFÍA:
Es una apasinante historia de cómo fue dado el nombre de 'Mandela', la transición de una Sudáfrica sin la mano extranjera donde todos convivían en paz y armonía hasta llegar a la segregación, como todo intelectual, orador y escritor. No empezó desde la cima, conviene recordar esto a los jóvenes. Sus primeros pasos los dio desde la visión y escucha así el posicionamiento o decantarse por un bando u otro en la política. Entre vida personal y política es interesante ver el recorrido.
No te dejará indiferente las afrentas vividas.
Puede que sea un buen libro para degustar lentamente este verano. Por eso, te lo recomiendo.

