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Congreso Ncional Africano lo que era y lo que es
desde 1994, y con el fin del apartheid, el legado tiene una misión.
ANTIRRACISMO
Jhon Becerra
5/8/20253 min read


El Apartheid es una cosa, el legado es otra...
El Congreso Nacional Africano
Por: Jonh Jak Becerra Palacios
El 8 de enero de 1912 nació en Sudáfrica el Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas
en inglés), fundado por John Langalibalele Dube, ensayista, filósofo, educador, político, editor,
novelista y poeta. Dube fue también el primer presidente del entonces denominado Congreso
Nacional Nativo Sudafricano. Su liderazgo marcó el inicio de una lucha colectiva por la
dignidad del pueblo negro sudafricano, en un país fundado sobre los cimientos de la violencia
colonial y la supremacía blanca.
El ANC surgió como respuesta a la brutalidad estructural del racismo institucionalizado que
dio forma al apartheid —un sistema legalizado de segregación y opresión que convirtió al
pueblo negro en extranjero en su propia tierra. Desde su génesis, el ANC encarnó una
aspiración profunda: la recuperación de la humanidad negada, el derecho a existir con plenitud
en una tierra que les pertenecía por herencia ancestral. Su lucha no se limitó a los márgenes de
la legalidad blanca, sino que se expandió hacia las estrategias de desobediencia civil, protesta
pacífica y, finalmente, la confrontación armada a través de su brazo militar, Umkhonto we Sizwe
(La Lanza de la Nación).
Décadas de lucha anticolonial y antirracista culminaron con las históricas elecciones de 1994,
que consagraron a Nelson Mandela —símbolo viviente de la resistencia negra— como el
primer presidente negro de Sudáfrica. Pero sería un error, un espejismo político, asumir que el
fin del apartheid trajo consigo la verdadera emancipación. La historia no terminó con Mandela,
ni la libertad se consolidó con el voto.
En la actualidad, el ANC continúa siendo el partido gobernante. Sin embargo, su hegemonía
política se ha erosionado considerablemente. En las elecciones generales de 2024, perdió la
mayoría parlamentaria y logró mantenerse en el poder únicamente mediante la formación de
un Gobierno de Unidad Nacional. ¿A qué se debe esta pérdida de confianza popular? La
respuesta no puede ser reducida a fallas administrativas ni a coyunturas electorales. Debe ser
rastreada en el subsuelo profundo del colonialismo que nunca fue desmantelado.
Como bien advertía el ancestro Amos Wilson, la supremacía blanca no se derrota únicamente
con reformas: se reinventa, se adapta, se infiltra. Hoy en día, en Sudáfrica, las tierras siguen
mayoritariamente en manos blancas; existen comunidades donde se restringe el acceso a
personas negras; y las brechas estructurales en educación, salud y empleo perpetúan el legado
de una economía racializada. Esta situación encarna, como lo señaló John Henrik Clarke, la
tragedia de las revoluciones negras que se institucionalizan sin descolonizarse.
Frente a este panorama, emerge la figura de Julius Malema, líder del partido Luchadores por la
Libertad Económica (EFF, por sus siglas en inglés), quien representa para muchas personas
negras una esperanza renovada de ruptura. Malema —apodado "Juju"— fue presidente de la
Liga Juvenil del ANC hasta su expulsión en 2012, y desde entonces ha canalizado el
descontento de una generación que no ve en el ANC actual el espíritu revolucionario que
alguna vez lo definió. Su discurso frontal contra el neocolonialismo, las élites africanas aliadas
al capital blanco y las “ayudas” extranjeras que camuflan nuevos pactos de subordinación,
resuena en los corazones de quienes aún viven con las cadenas, aunque estas sean ahora
invisibles.
El continente africano —y Sudáfrica en particular— no solo debe liberarse de sus opresores
externos, sino también de sus cómplices internos. De aquellos que, bajo la piel negra,
administran los intereses de Occidente, perpetuando el sistema de deshumanización que el
colonialismo impuso. Porque, como lo expresó Frantz Fanon, no basta con cambiar al amo si
la casa sigue siendo la misma.
Conclusión:
El ANC ya no representa, para muchas y muchos, el sueño emancipador que le dio origen. Su
degeneración política, su conciliación con el poder económico blanco y su distanciamiento de
las masas negras empobrecidas evidencian una traición silenciosa al espíritu revolucionario. El
colonialismo no terminó: mutó. La descolonización no es un evento; es una lucha inacabada
que requiere pensamiento crítico, memoria histórica y acción radical. Mientras existan
territorios donde la negritud siga siendo marginada, la libertad sigue siendo una promesa cumplida.